sábado, 22 de febrero de 2014

palcer y felicidad

 



Una de las más comunes es confundir felicidad y placer. Pero, si miramos a las características de ambas, el placer depende del tiempo, del objeto y del lugar; es algo que cambia de naturaleza. Un sabroso pastel de chocolate, la primera porción es deliciosa, la segunda no tanto, comemos más y nos da asco. Esa es la naturaleza de las cosas, nos cansamos. Yo solía ser un fan de Bach,  lo podía escuchar dos, tres, cinco veces; pero … si tuviera que escucharlo 24 horas sin parar, terminaría fastidiado. Si tienes frío, te acercas al fuego y es algo maravilloso; después de un rato, te haces un poco para atrás porque comienza a quemar. En cierta forma -el placer- se consume a sí mismo conforme lo experimentas. De nuevo, el placer no es algo que esté irradiando hacia fuera.

¿Pues entonces qué es la felicidad? La felicidad, por supuesto, es una palabra tan vaga, que mejor usaremos “bienestar”. Así, creo que la mejor definición, según la visión budista, es la de que el bienestar no es meramente una sensación de placer, sino una sensación de profunda serenidad y realización; un estado que impregna y subyace a todos los estados emocionales y a todas las alegrías y penas que se atraviesan en el camino. Para ustedes eso puede ser sorprendente, ¿podemos tener este tipo de bienestar en la tristeza? En cierta forma ¿por qué no? Porque estamos hablando a un nivel diferente.


 

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