Tlaltecuhtli fue retratada en códices y monumentos de piedra como un monstruo horrible, muchas veces en cuclillas, la postura característica de una mujer en labor de parto. Posee varias bocas llenas de dientes afilados esparcidas por su cuerpo, y muchas veces de estos orificios brota sangre. Sus codos y rodillas son cráneos humanos y en muchas de las imágenes la retrataron con un ser humano colgando entre sus piernas. Algunas fuentes la describen como un monstruo marino que vivió en el océano tras el Cuarto Sol.
El mito.
Según la mitología azteca, los dioses Quetzalcóatl y Tezcatlipoca fueron responsables por la creación de un mundo en el origen de los tiempos, después de la Primera Era o Sol. Tlaltecuhtli destruía todo lo que ellos creaban. Decididos a poner un alto a las acciones de Tlaltecuhtli, los dioses se transformaron en serpientes gigantes y, después de envolver el cuerpo de Tlaltecuhtli, apretaron hasta dividirla en dos partes.La parte superior del cuerpo de Tlaltecuhtli se convirtió en la tierra, las montañas y los ríos. Su cabello se convirtió en los árboles y las flores, sus ojos en cuevas y pozos. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca también le dieron el don de ofrecer a los seres humanos todo lo que ellos requirieran de su cuerpo. Sin embargo, la diosa de la tierra, muchas veces exigía sacrificios humanos para seguir proporcionando aquello que los seres humanos solicitaban.
Se creía que Tlaltecuhtli devoraba el sol todas las noches y lo vomitaba cada mañana. Sin embargo, el temor a que este ciclo pudiera verse interrumpido por algún motivo, como durante un eclipse, diseminaba el pánico entre la población azteca y muchas veces resultaba en sacrificios.
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