lunes, 18 de enero de 2016

El origen de la Lotería

 




La primera vez que el ser humano se entregó a la pasión de la suerte fue en las Saturnalias, las fiestas romanas de diciembre cuando la Navidad aún no existía. 

La segunda también fue en otras fiestas dedicadas al mismo dios pagano Saturno, las Lupercales. Las Lupercales eran un festival de fertilidad, tanto de animales, campos y personas, dedicado al dios Fauno (también llamado Pan) de gran y prolongada popularidad.

Se celebraban el día 15 de febrero y eran fiestas lujuriosas, muy esperadas por los jóvenes, que elegían mujeres para que fueran sus compañeras de placer durante el año y que en muchas ocasiones terminaban por ser sus esposas.

Para ello, introducían en una caja tarjetas con el nombre de las jóvenes. Por turno los varones metían la mano y sacaban el nombre de la "elegida". La primera Lotería de la historia es por tanto un sorteo de mujeres.
 
Se celebraban el día 15 de febrero, con el sacrificio de un perro y una cabra como signo de purificación.

A continuación cortaban la piel de los animales sacrificados en tiras, llamadas februa y se iniciaba el frenesí donde los sacerdotes corrían armados con los trozos de piel bañados en sangre, con los que golpeaban a las mujeres.

Estas lo agradecían en la creencia de que así serían más fértiles y su cuerpo estaría mejor preparado para el embarazo y el parto. Del nombre de estas correas ensangrentadas (februa o purificación en latín) procede la denominación del mes de Febrero.
 
Las carnes de las mujeres acababan de color púrpura, color que acabó representando a las que ejercían la prostitución en general, en especial la prostitución sagrada con los sacerdotes lupercos, quienes eran llamadas Lupas (de ahí lo del lupanar) o Lobas.

Paradójicamente, hoy en día el color púrpura es el color del feminismo.
 
Con el auge del cristianismo, la iglesia quiso cristianizar esta festividad y sustituirla por el 14 de febrero, fecha en que había muerto martirizado San Valentín. Para ello propuso cambiar el sorteo de forma que lo que se escogía era el nombre de un Santo al que imitar durante todo el año.

Imagino el entusiasmo con que chicos y chicas acogieron la nueva iniciativa, aunque la adaptaron a su modo:
participaban en el sorteo y la tarjeta del Santo que les tocaba en suerte la enviaban a la muchacha que les gustaba con sus declaraciones de amor y pasión.
La costumbre de enviar tarjetas de amor ha perdurado hasta nuestros días, el sorteo se olvidó y san Valentín sustituyó al fauno Luperco.
 
Entre los días 17 y 23 del mes de diciembre se festejaban las Saturnalias, origen de la Navidad, aunque en realidad eran una mezcla de Navidad y Carnaval. Estaban dedicadas como no, a Saturno, a quien se ofrecía un sacrificio en su templo como preludio de un banquete y posterior fiesta de la más absoluta permisividad y libertinaje. 

Toda la vida en Roma se paralizaba, mercados, escuelas, Senado y Tribunales y se permitían todo tipo de juegos de azar y apuestas.

Era habitual encender velas y hacerse pequeños regalos o muñequitos de arcilla, precursores del belén, y también hacer pequeñas bromas o inocentadas, precursoras de nuestro día de los inocentes.

Dioses, Zodíacos, Loterías... todos buscamos el Dinero, muchos también el amor/compañía, el amor/sexo. el amor/pauta social, el amor/satisfacción-de-mis-necesidades… el ser humano siempre busca el AMOR, pero lo busca fuera.

A veces piensa que lo encontrará en un sorteo como en las ancestrales Lupercalias, origen de la Lotería, pero olvida que lo guarda dentro, en ese el corazón.

Y hasta que no recupere la consciencia de este hecho, seguirá necesitando muchas loterías, muchos zodíacos y mucho prozac...

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