jueves, 23 de febrero de 2012
El Maestro Todopoderoso
El mundo del niño y sus interacciones con el profesor.
Tomando como referencias las lecturas "El maestro todopoderoso", " La división del mundo de los niños" y " El alumno también es un niño", podemos iniciar con un par de ideas clave: El maestro tiene un lugar de alta importancia para la vida del alumno y el alumno es un ser humano dual, tanto en su ser, en sus roles sociales y en su personalidad.
Debido a que la etapa de educación primaria se sitúa entre los 6 y 12 años generalmente, el niño se encuentra un periodo durante el cual su ego en desarrollo desea la observación y aprobación de los demás, especialmente de aquellas personas que representan " la autoridad " o "el ejemplo a seguir", y el maestro es uno de los principales personajes de su círculo social que cumple con ambas características. El alumno quiere sentirse importante. El alumno quiere sentirse especial. Una forma de sentirse especial, es siendo alagado, felicitado o usado como referencia por su querido maestro de aula. Si en lugar de recibir la aprobación del maestro, recibiera desaprobación y rechazo, el alumno se sentiría muy herido. Este miedo (quizás inconsciente) al dolor de ser rechazado por El Maestro refuerza el deseo de aprobación. El alumno quiere que el maestro este orgulloso de él.
Los alumnos detectan las situaciones agradables al profesor, así como las que no aprobaría. Por ejemplo, el alumno sabe que al maestro le molesta que no realicen la tarea o el trabajo, y les preocupa hacerlo enojar, así como la sanción que esto representaría. No quieren pertenecer al grupo de alumnos que "el profe no los quiere".
Los alumnos saben que el maestro está enterado de todo. El maestro es sabio, entiende la psicología del alumno, tiene un sentido de la moralidad impecable, es capaz de resolver cualquier problema, no hay nada que el maestro no sepa, al maestro no se le puede mentir, el maestro lo sabe todo. O por lo menos es lo que el alumno piensa del maestro, pensamiento que es deber nuestro hacer realidad.
La idea de que el maestro sabe bien lo que hace es una idea que el alumno comparte, generalmente, con sus padres. Los padres confían en que el maestro sabe lo que conviene para sus hijos, es capaz de detectar las necesidades del niño y dar apoyo y consejo para la formación del mismo. El maestro se da cuenta de cosas que incluso el padre de familia no se entera.
Es por esto que al alumno le incomoda que padre y maestro se vean las caras. Por que el alumno es alumno en la escuela, pero en la casa es hijo. Son dos roles distintos en contextos distintos. En ambos se esperan actitudes y conductas distintas de una misma persona. A la escuela se va a trabajar, en la casa no siempre es así. En la escuela hay que estar fajados. En la escuela se tiene que mantener cierto orden que en casa no es tan estricto.
Para evitar el rechazo y la sanción, el alumno se aliena al rol de estudiante y omite o reprime ciertas conductas no aceptadas. En casa, como hay confianza y frecuentemente mucha mayor libertad de hacer lo que se quiera hacer, el alumno se comporta distinto. De esto depende también el grado de amor que sienta hacia y de parte de su maestro. Un maestro querido merece ser tratado con mayor respeto y trabajo.
El niño sabe que son dos situaciones distintas: Escuela y casa. Y asume el rol que considera mas conveniente. El alumno no quiere problemas, solo quiere atención. Si en casa no hay afecto, es probable que trate de tener atención del maestro, aunque esta sea en regaños. O por el contrario, si el maestro es atento, en casa su conducta puede ser negativa, y en la escuela ser cumplidor.
Cuando hay una diferencia grande entre el mundo de la casa y el mundo de la escuela, el alumno no quiere que estos mundos colisionen. No quiere que el maestro le cuente al padre cómo se comporta en la escuela, y viceversa. Entre más diferentes sean las conductas del alumno cuando está en la escuela y cuando está en casa, mas incomodo será para él el encuentro padre-maestro, pues esa platica lo evidenciaría.
La moraleja es que como maestros debemos reconocer el gran impacto emocional que tenemos sobre el alumno, sobre su autoestima y sus conductas, entendamos también que la casa y escuela son dos contextos diferentes, y no podemos esperar que el niño tenga una conducta homogénea en ambos lugares, aunque cierto grado de congruencia, pues unas conductas muy contradictorias significan que algo está mal en ese mundo que el niño percibe.
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