La Industria 
   del Deporte
   
   El ya citado Goebbels dijo con referencia a los Juegos 
   Olímpicos de Berlín en 1936: 
    
    "Este grandioso evento será la 
    demostración experimental de nuestras ideas que mostraremos al 
    mundo." 
   Goebbels se refería a las teorías 
   raciales y eugenésicas. 
    
   Pues bien, en 1936 las olimpiadas se 
   celebraron en la Alemania nazi… después la guerra… y ocho años 
   después, se celebraron en Londres, y a los cuatros siguientes 
   también en Londres. La locura racial no fue ni mucho menos exclusiva 
   de los nazis. 
    
   De hecho, hubo una campaña 
   propagandística de masas que buscó la criminalización del 
   nacional-socialismo, alrededor de los excesos que compartieron con 
   sus enemigos aliados. 
    
   La eugenesia es europea, el colectivismo 
   tecnocrático es europeo… y el deporte también es europeo.
   
   El poder propagandístico del deporte es inmenso en la sociedad 
   global. Incide con virulencia en la emotividad de las masas para 
   transmitir contenidos pseudo-heroicos a niños y adultos. 
    
   Erradica las referencias viriles 
   genuinas de la cultura, para sustituirlas por modelos 
   comportamentales prefabricados. 
    
   Por ejemplo: 
    
    un niño hindú normal crecía 
    escuchando historias de Arjuna, un niño español normal se criaba 
    escuchando leyendas del Cid Campeador, o un niño egipcio normal 
    aprendía de los relatos que escuchaba de Dhul-Nun. 
    En el mundo globalizado, esa 
    autenticidad cultural fue sustituida por Leo Messi, Cristiano 
    Ronaldo, Kobe Bryan, Tiger Woods, Michael Phelps y compañía.
   Una vez más, la técnica se aplicó en 
   este medio propagandístico con el desarrollo de una medicina y una 
   farmacología propia: la medicina deportiva y su correspondiente
   
   doping.  
    
- 
     
     ¿Qué sería del deporte de élite 
     norteamericano (NBA, NFL, etc.) sin doping? Nada. 
     
 
- 
     
     ¿Y qué sería de la industria del 
     deporte sin el deporte de élite norteamericano? Nada de 
     nada.
 
   Porque el deporte de élite es el 
   campo de pruebas de la investigación farmacológica y biotecnológica 
   desarrollada por las mismas instituciones siniestras que aquí se han 
   citado. 
    
   Las principales universidades en esta 
   área son las británicas de siempre (Cambridge y Oxford) y ciertas 
   universidades norteamericanas (en especial, californianas). 
    
   Llevan más de cien años fabricando 
   héroes de plástico; y con el deporte se ha llegado al límite 
   inferior en el cual los fantoches producidos ni tan si quiera se 
   asemejan a un ser humano.
 
    
    
   
   La Industria 
   del Cine
   
   Si el deporte es la principal herramienta de propaganda global sobre 
   los instintos activo-masculinos, la Industria del Cine se sirve de 
   la pasividad inherente a todo espectador para llevar a cabo una 
   profundísima manipulación psicológica.
   
   Que nadie lo dude: 
    
    el cine es un medio propagandístico.
    
   Como industria nació en Los Angeles a 
   principios de siglo XX, y en él siempre prevaleció la "producción" 
   por encima de cualquier dirección artística o trabajo interpretativo 
   a sueldo. 
    
   El dueño de una película es siempre el 
   "productor". El cine no es un medio artístico en el que se insertó 
   una industria. No, no, no.
   
   
   Es una industria de propaganda en 
   la que dentro existen destellos artísticos que en última instancia 
   están a sueldo de la producción. En palabras aún más claras: el cine 
   no es el séptimo arte; sino que es - y siempre fue desde su 
   aparición - la principal herramienta de propaganda global.
   
   Sobre todo después de la crisis de los años cuarenta, el cine de 
   Hollywood ni tan si quiera es rentable en términos económicos.
   
    
   De nuevo, la financiación de una 
   herramienta propagandística (en este caso, el cine todo ello) se 
   apoya en una sofisticada estructura de fundaciones, entidades 
   privadas y subvenciones públicas más interesadas en su función 
   propagandística y publicitaria.
    
    ¿Os habéis preguntado cuánta gente 
    tendría que ir al cine y pagar su entrada para pagar los cachés 
    de Steven Spielberg, Angelina Jolie o Tom Hanks?
    
    No hay gente ni salas de cine en el mundo suficientes para 
    sufragar esas cifras. Hay otros financistas y otros intereses.
    
    ¿Cuál es la función simbólica de una "estrella"? 
    La de guiar: la Estrella Polar (o el 
    Crucero del Sur) nos guía; la Estrella de Oriente guía a los 
    Reyes Magos; alguien bien guiado es alguien "con estrella". 
    Obsérvese que se ha creado un explícito "sistema de estrellas" (star 
    system; literalmente así llamado).
   La población mundial es guiada 
   científicamente por unas referencias comportamentales 
   sistematizadas: 
    
    las "estrellas" de cine. 
   Para formar parte de ese sistema 
   estelar, además de ser actor, hay que tener algunos de los 
   siguientes requisitos: 
    
   De forma descarada, algunas de estas 
   referencias estelares se presentan como,
    
- 
     
     "Embajadores de Buena Voluntad 
     de la ONU"
 
- 
     
     otros como "caballeros" de la 
     Reina de Inglaterra
 
- 
     
     otros directamente como 
     directores y miembros de entidades educativas, academias 
     artísticas, fundaciones filantrópicas, ministerios de 
     cultura, universidades varias… 
 
   Estos sinvergüenzas son las referencias 
   comportamentales de todo el mundo globalizado, y a estas alturas la 
   influencia de esta herramienta de ingeniería social se encuentra en 
   extremo desbocada.
 
    
   
   
   La Industria 
   del Sexo
   
   Conviene tomarse en serio como enemigo a la llamada Industria del 
   Sexo. 
    
   En volumen de negocio sólo tiene 
   parangón con la industria del cine convencional. Si se estudia su 
   financiación y su origen se comprende qué función propagandística 
   tiene. 
    
   Con la pornografía (tal y como con el 
   opio o la cocaína) ocurre que los primeros consumidores y 
   traficantes formaban parte de la misma élite política. 
    
   Los primeros pornógrafos fueron nobles 
   europeos e industriales norteamericanos más o menos pervertidos. Con 
   las revoluciones culturales de los sesenta y los setenta, la 
   población tuvo acceso libre a la pornografía, a través de empresas 
   con el mismo origen que las cinematográficas.
   
   Hollywood está a lado de San Fernando Valley.
   
   Para comprender rápidamente la importancia de la Industria del Sexo 
   en el plan global de destrucción cultural, basta saber que uno de 
   sus magnates, Hugh Hefner, fue asistente registrado de varias
   
   reuniones Bilderberg. 
    
   ¿Por qué comparten mesa tipos como Hugh 
   Hefner o Larry Flint con tipos como 
   
   Henry Kissinger o 
   
   David Rockefeller? 
    
   Insisto en que hay que tomarse en serio 
   la amenaza de la industria pornográfica: ataca y arrasa cimientos 
   culturales con poquísimo esfuerzo, rápido y en masa. No se trata 
   sólo de que el onanismo desvitalice al consumidor de estos 
   contenidos hasta límites que prácticamente ningún moderno va a 
   reconocer por un hipócrita pudor. 
    
   La pornografía de masa va más lejos:
    
    la misma actividad sexual se muestra 
    como una mera masturbación con otro cuerpo, profanando toda 
    valencia sagrada de la sexualidad. 
   Personalmente me niego a pensar que 
   existen tantos onanistas dispuestos a pagar como para mantener una 
   estructura empresarial que mueve tantos millones de dólares. 
    
   Como ocurre con el cine convencional, el 
   cine porno se apoya en una financiación suministrada por entidades 
   interesadas en su papel propagandístico.
   
   Si se observa a sus productores, se verán unos puntos comunes. Gran 
   porcentaje de los productores y actores porno se criaron en 
   contextos sociales y familiares de un extremo puritanismo. 
    
   Entre las actrices porno, abundan las 
   hijas de reverendos protestantes, activos moralistas y férreos 
   militares. 
    
   No es una contradicción: 
    
    sólo en el puritanismo secular puede 
    florecer una industria como la pornográfica. 
   Al repasar la biografía de algunos de 
   los protagonistas de esta industria, comprobé interesantes datos 
   comunes en muchos de ellos. 
    
   Por ejemplo, una de las parejas de 
   productores de más éxito del siglo XXI, tiene un currículo curioso:
   
    
    Michelle Belladona es hija de una 
    autoridad religiosa cristiano-mormona y militar de alta 
    graduación en el Ejército de los Estados Unidos; y su pareja y 
    socio, el español Nacho Vidal fue miembro de las Fuerzas 
    Especiales del Ejército Español.
    
    
   
   La Industria 
   de la Música
   
   La música es otra herramienta propagandística de primer orden 
   apoyada en un industria específica, pues al fin y al cabo ¿a quién 
   no le gusta la música? 
    
   Por supuesto que hay músicos y artistas 
   extraordinarios que hacen música pop. Lo que tenemos que discernir 
   es que la estructura mediática que hace posible que esos artistas 
   sean conocidos es netamente propagandística. 
    
   Michael Jackson puede ser o puede 
   no ser un gran artista, pero el hecho de que sus canciones sean 
   conocidas en Rio, Tokio, Paris o Johannesburgo, lo permite un 
   entramado que no tiene ningún interés artístico, sino tan sólo 
   político. 
    
   Para mejor comprensión: 
    
    en este artículo se ha citado a 
    Sir Charles Darwin, Sir Thomas Henry Huxley o Sir 
    Bertrand Russell. 
   ¿Qué tendría en común toda esta gente 
   con tipos como Paul McCartney, Mick Jagger o Elthon John? Pues que 
   los unos y los otros (todos ellos) tienen título de Sir británico 
   y son "caballeros" de órdenes de la Corona de
   
   los Windsor. 
    
   Una institución política como la 
   Corona jamás va a conceder honores a alguien que no colabore con 
   sus intereses. 
    
   El valor artístico es irrelevante, pues 
   la función de estos sires en cuanto sires es 
   propagandística. Científicos, periodistas, militares… son meras 
   herramientas de los intereses imperialistas, y por ello, 
   reciben condecoraciones y honores de instituciones 
   político-militares. 
    
   Lo mismo ocurre con la industria pop:
   
    
    es otro brazo del mismo plan de 
    agresión.
   En última instancia, las fuerzas 
   militares, la psicología de masas aplicada a la ingeniería social y 
   la industria pop, colaboran estrechamente entre ellas. 
    
   Desde los años sesenta, periódicas 
   "revoluciones culturales" son implementadas para arrasar los 
   sustratos culturales genuinos de todos los pueblos, y de paso, 
   introducir ciertas drogas en la población. 
    
   La música pop es algo así como la banda 
   sonora que estas revoluciones prêt-à-porter utilizan en su 
   imposición comportamental y manipulación social. 
    
   Cada década tiene su "revolución", con 
   su droga estrella y con su artista estrellado. 
    
- 
     
     En los sesenta, el LSD (con su 
     pelele Brian Jones, drogadicto, muerto en extrañas 
     circunstancias). 
 
- 
     
     En los setenta, la heroína (con 
     su pelele Sid Vicious, drogadicto, muerto en extrañas 
     circunstancias). 
 
- 
     
     En los ochenta, los anti-depresivos 
     y ansiolíticos (y con su pelele Michael Jackson, drogadicto, 
     muerto en extrañas circunstancias). 
 
- 
     
     En los noventa, la cocaína (con 
     su pelele Kurt Cobain, drogadicto, muerto en extrañas 
     circunstancias).
 
- 
     
     En la primera década del siglo 
     XXI, el MDMA (y con su pelele Ame Winehouse, drogadicta, 
     muerta en extrañas circunstancias). 
 
   Las revoluciones pop siguen un padrón 
   repetido: 
    
   La única diferencia esencial entre las 
   diferentes revoluciones pop es que en cada década se consigue un 
   alcance mayor, pues las herramientas de propaganda cada vez son más 
   numerosas y potentes.
   
   El último y más salvaje ejemplo de esta imposición cultural es el 
   llamado hip-hop. 
    
   Una vez más hay que saber discernir 
   entre la manifestación cultural legítima de un pueblo y la utilidad 
   de manipulación cultural que el plan globalista extrae. El pueblo 
   afroamericano es una de las comunidades más castigadas por la 
   ingeniería social tecnocrática. 
    
   El pueblo afroamericano fue usado para 
   proyectar una "revolución cultural" global, aplicada en todo el 
   mundo, con unos contenidos claros: 
    
    culto a la violencia, las drogas, el 
    dinero, el crimen y la misoginia. 
   Con la cultura hip-hop, la música pop 
   como herramienta en manos de la ingeniería social global llegó a un 
   nivel de devastación sin precedentes en la historia de la 
   globalización cultural. 
    
   En los años noventa, mientras los 
   occidentales se espantaban con las noticias de los 
   
   burkas de los tarados talibanes 
   o de la monstruosa ablación genital de algunas comunidades 
   africanas, la música que escuchaban en sus estaciones globales de 
   música en los cinco continentes canturreaban cantinelas con palabras 
   como "hooker", "bitch", "cunt", "pussy", y demás atropellos de los 
   que no parecían espantarse tanto.  
    
   En pleno siglo XXI, tras observar y 
   analizar las evidencias, se puede enunciar con claridad:
    
    la industria de la música pop es una 
    inmensa red de propaganda global. 
   Así de claro: podéis seguir bailando a 
   ese ritmo si eso queréis… pero así es.
 
    
    
   
   La industria 
   del Entretenimiento
   
   Todos estos medios propagandísticos globales (deporte, cine, 
   pornografía, música pop…) se presentan con el pretexto de ofrecer un
   inocente entretenimiento. 
    
   De hecho, ellos hablan de una "Industria 
   del Entretenimiento" como un cajón de sastre donde entra todo tipo 
   de propaganda. Fijaos en esta palabra: "entretenimiento". 
    
   El entretenimiento es la acción de 
   entretener y, definido por la DRAE, entretener no es sino "distraer 
   a alguien impidiéndole hacer algo". Es decir: no hay entretenimiento 
   posible sin la voluntad de alguien que busca impedir algo al 
   entretenido. 
    
   ¿Qué pretende impedir la Industria del 
   Entretenimiento?
    
   Impedir,
    
- 
     
     que cuestiones
 
- 
     
     que te enfurezcas
 
- 
     
     que razones
 
- 
     
     que luches
 
- 
     
     que veas
 
- 
     
     que hables
 
- 
     
     que ames
 
- 
     
     que leas
 
- 
     
     que escribas
 
- 
     
     que pienses,
 
   … en definitiva, ¡que vivas! 
    
   
   
   Zbigniew Brzezinski dijo en 
   1970, en "Between 
   Two Ages" que,
    
    "en las próximas décadas va a 
    resultar prácticamente imposible la existencia de un pensamiento 
    propio." 
   ¿Acaso piensas que el señor Brzezinski 
   está interesado en tu diversión? 
    
   Pues lo está: existe una Industria del 
   Entretenimiento que produce cacharros que incluso fueron llamados 
   "Sistemas de Entretenimiento" (Entertainment System). Recordemos la 
   "adolescencia perpetua" del Dr. Trist y la intención de infantilizar 
   a la población global. 
    
   Hace décadas, apareció en escena algo 
   referido con la palabra "juego" (game, en inglés), es decir, 
   algo para niños. 
    
   Este "juego" no se comercializó sólo 
   para los niños. En su desarrollo, se puede hacer un seguimiento de 
   los contenidos y asegurar categóricamente que todo esto es muchísimo 
   más que un juego. Es una potentísima plataforma de propaganda global 
   con una influencia de masas en constante crecimiento. 
    
   Eso son los llamados "videojuegos".
   
   La industria del videojuego ofrece algo novedoso con respecto a la 
   industria del cine:
    
    una ilusión de interacción. 
    
   Ante una película, el espectador está 
   pasivo tragando contenidos. 
    
   Ante un videojuego, el jugador cree 
   estar interactuando en una trama (por supuesto, la actividad se 
   reduce a los movimientos de las manos sobre el llamado joystick). El 
   videojugador se involucra emotivamente con lo que está presenciando 
   a través de su ilusoria participación. 
    
   Resulta previsible que sus apologistas y 
   publicistas aseguren que el videojuego no es más que un juego, como 
   el ajedrez o las damas. 
    
   Pero no es así:
    
    los contenidos están científicamente 
    escogidos y en la industria están involucrados las mismas 
    instituciones, entidades, universidades y las mismas 
    corporaciones paraguas que están detrás del deporte, el cine o 
    la pornografía.
   Las playstations están en el mismo saco 
   empresarial que la cinematográfica Columbia Pictures o el monstruo 
   discográfico Sony BMG. 
    
   Las X-box es un artilugio más
   de Microsoft 
   y, por lo tanto, bajo control de la infame
   
   Bill & 
   Melinda Gates Foundation. 
   Todo videojuego está bajo la sombra del llamado "Gran 6" mediático.
   
    
   Veamos cuáles son los contenidos de 
   estos inocentes juegos: 
    
- 
     
     deporte (por ejemplo, EA-Sports 
     es una compañía especializada en videojuegos en colaboración 
     con FIFA, NBA, NFL… y demás espectáculos deportivos)
 
- 
     
     guerra (existen innumerables 
     videojuegos que son simuladores de guerra de infantería, de 
     aviación, naval… Cito, por citar alguno, la saga Medal of 
     Honor)
 
- 
     
     armas (existen innumerables 
     videojuegos en los que el jugador - ¿el niño? - se 
     familiariza con los diferentes fusiles, pistolas y rifles de 
     asalto del mercado internacional del armas. Cito, por citar 
     alguno, Counter Strike)
 
   Existen extremos ya alcanzados como 
   videojuegos consistentes en,
    
- 
     
     ser un criminal proxeneta (San 
     Andreas, de Rockstar Games)
 
- 
     
     atropellar mujeres embarazadas (Carmageddon, 
     de Stainless Games)
 
- 
     
     realizar orgías sexuales (Sexfriend, 
     de Stone Heads)
 
   En el extremo del "entretenimiento" ya 
   alcanzado existen videojuegos que ofrecen una vida alternativa 
   a la vida real, una vida virtual, una ciber-vida (Second Life, de 
   Linden Reseach).
    
   Y es que estos "juegos" hace tiempo que 
   dejaron claras sus intenciones: 
    
    crear una realidad paralela, virtual 
    y paradójica en el sentido de que no puede ser real. 
   El desarrollo de esta herramienta como 
   medio propagandístico llevaría el poder de manipulación psicológica 
   hasta límites difíciles de predecir. 
    
   Preferimos ceñirnos a la actualidad:
   
    
    si la Industria del Entretenimiento 
    sigue desarrollándose al mismo ritmo que lo está haciendo, ni 
    los más optimistas pueden alejar "los próximos años" que señaló 
    Brzezinski en 1970, del futuro más inmediato.
   Los medios de propaganda global y psico-manipulación 
   de masas habrán llegado en ese momento a la culminación de su 
   expansión exterior.
    
   En ese momento, la escalada de control 
   sobre el ser humano se concentrará en su interior, en la propia 
   tecnización de su organismo y fisiología. 
    
   Con control absoluto sobre el exterior 
   del individuo y su contexto social (es lo que han hecho durante todo 
   el siglo XX),
   
   la tecnocracia global a lo largo 
   del siglo XXI se sumergirá en el control de su interior 
   y su computarización psicológica. 
    
Este viaje infernal ya ha comenzado...
   por Antonio Fernández
   Agosto 2016