Esta es una historia realmente inspiradora.
Se trata de una revolución que todo el mundo debería conocer y de la
que muy poca gente ha oído hablar. Una lucha de la que,
sospechosamente, los medios de comunicación apenas se han hecho eco.
Estamos hablando de la
Revolución de Bougainville, también
conocida como la Revolución del Coco, la que podríamos considerar la
primera revolución exitosa de carácter ecológico del mundo.
Curiosamente no se trata de una historia antigua, pues se inició
hace apenas 25 años y aún siguen escuchándose sus ecos en la
actualidad.
La crónica de esta lucha es un ejemplo de superación, dignidad y fe
inquebrantable en las propias convicciones.
Una lección para todos nosotros, de la que todos deberíamos aprender
y que en el fondo a todos debería avergonzarnos.
Es la historia de una pulga que ha derrotado a un gigante y que nos
ha demostrado que todo es posible, mientras nosotros, una panda de
conformistas, fofos y obesos, incrustados en el sofá e inmersos en
un coro de patéticos lamentos, somos incapaces de levantar ni un
solo dedo contra aquellos que nos oprimen, nos maltratan y nos
roban.
BREVE
INTRODUCCIÓN AL CONFLICTO DE BOUGAINVILLE
Pero antes de entrar en detalles, quizás deberíamos exponer, ni que
sea brevemente, de qué estamos hablando con exactitud.
Bougainville es una isla situada en el océano pacífico, al noroeste
de Australia.
Es la isla más grande del archipiélago de las Islas Salomón y
actualmente aún pertenece al estado de Papúa Nueva Guinea.
Descubierta por los colonizadores occidentales en 1768, la isla ha
sido víctima de los típicos vaivenes coloniales y ha sido utilizada
como mera moneda de cambio entre las grandes potencias occidentales.
Louis Antoine de Bougainville,
militar, explorador,
y navegante francés
Así ha sido como durante los dos últimos siglos, Bougainville ha
estado bajo jurisdicción alemana, australiana, japonesa y
actualmente de Papúa Nueva Guinea.
Por lo tanto, la población de Bougainville lleva más de dos siglos
sin poder decidir sobre su futuro, sometida a las decisiones y a los
intereses de potencias extranjeras.
Una situación que los habitantes de la isla han decidido cortar por
lo sano.
Quizás penséis que este es un caso repetido muchas veces a lo largo
y ancho del mundo y que no tiene nada de particular. Pero en el caso
de Bougainville se reúnen una serie de factores que convierten su
revolución y su lucha en un caso especial.
Porque Bougainville no es una isla cualquiera, ya que dispone de un
entorno natural privilegiado: la isla está cubierta por una frondosa
selva y dispone de abundantes recursos hídricos, así como de una
tierra fértil y productiva.
Sin embargo, alberga un tesoro en sus entrañas que es la fuente de
todas sus desgracias: dispone de ricos yacimientos de metales y
minerales.
EL DETONANTE
DE LA REVOLUCIÓN
Sin duda, Bougainville no habría sufrido lo que ha sufrido si sus
riquezas minerales no hubieran despertado la codicia desenfrenada de
las grandes compañías mineras.
Todo empezó en 1967, cuando la isla aún estaba bajo jurisdicción
australiana. Fue entonces cuando un gigante minero mundial, la
empresa británica
Rio Tinto Zinc, a través de una subsidiaria
australiana,
Bougainville Copper Limited, abrió una enorme mina de
cobre al aire libre, llamada
mina Panguna.
Cuando la calificamos de "enorme" no exageramos en lo más mínimo.
Esa explotación se convirtió en la operación minera más grande del
mundo. Se excavó en el centro de la isla, en plena selva y llegó a
tener una profundidad de 500 metros y una superficie de 7 kilómetros
cuadrados.
Durante su excavación se arrasaron colinas, selvas y territorios de
caza indispensables para la supervivencia de los habitantes del
lugar, que vieron, consternados, como el entorno del que dependían y
en el que vivían plenamente integrados desde hacia siglos, quedaba
destruido para siempre.
De los 3000 millones de dólares en beneficios que obtuvieron los
propietarios de la mina, tan solo unos pocos miles fueron destinados
a indemnizar a los habitantes locales.
Y no solo eso. La población desplazada por la mina fue reubicada en
tierras yermas donde se construyeron pueblos con casas prefabricadas
y en los que, ni el gobierno ni la compañía minera, les ofrecieron
ningún tipo de ayuda.
Llama la atención el caso de unos de esos poblados, donde ni tan
solo tuvieron la generosidad de construirles una escuela para los
niños, por lo que los habitantes tuvieron que construirla pagándola
de sus propios bolsillos, a pesar de que para la compañía minera,
que estaba ganando cantidades astronómicas de dólares con la
explotación, construir la escuela habría representado un dispendio
ridículo.
La destrucción ecológica provocada por esa enorme explotación minera
provocó una primera oleada de protestas y movilizaciones en 1969,
que se alargó durante varios años.
EL DESASTRE
ECOLÓGICO
Pero esa inmensa mina no solo dejó una imperecedera cicatriz en el
corazón de la isla.
Provocó además una auténtica catástrofe ecológica por culpa de los
vertidos contaminantes procedentes de la explotación.
Miles de toneladas de desperdicios terminaron en el río Jah,
contaminando sus aguas y las tierras circundantes con cobre,
mercurio, plomo y arsénico. Eso acabó con la vida salvaje en sus
alrededores y destruyó los bosques cercanos al río, convirtiéndolos
prácticamente en un paisaje lunar.
Pasadas las décadas, el agua del río sigue sin poder beberse y
siguen sin aparecer peces. Según los habitantes del lugar, ni tan
solo se puede nadar en él: el sistema ecológico del río Jah está
dañado por completo.
Ese fue el factor clave que finalmente empujó al pueblo de
Bougainville a la revolución y a luchar por su independencia.
COMO ESTALLÓ
LA REVOLUCIÓN
A pesar de las protestas, la enorme explotación minera continuó en
funcionamiento durante años, incluso después del año 1975, cuando
Papúa Nueva Guinea se independizó de Australia.
Uno podría pensar que con el establecimiento de un nuevo estado
libre, la conducta respecto la población de Bougainville se alejaría
del desprecio y la prepotencia demostrados por las autoridades
australianas, herederas directas de las actitudes coloniales
británicas más clásicas.
Pero no fue así.
La mina, aún propiedad de las mismas compañías,
siguió en funcionamiento exactamente igual durante años, destruyendo
gravemente el entorno ecológico de la isla, ahora con la complicidad
de un nuevo gobierno: el del nuevo estado de Papúa Nueva Guinea.
Bismarck
Archipiélago,
Panguna Copper Mine -
Bougainville,1983
Fue entonces cuando se produjo el punto de inflexión del conflicto,
en el año 1988, un acontecimiento que acabaría derivando en la
Revolución del Coco.
Todo se inició cuando la Asociación de Jóvenes Dueños de Tierras de
Bougainville, encabezados por
Francis Ona, consiguieron forzar una
reunión con los propietarios de la mina, en la que les reclamaron
que clausuraran la explotación y les indemnizaran con 10 mil
millones de dólares por los graves daños ocasionados por tantos años
de contaminación y destrucción del medio ambiente.
Francis Ona, frente a la mina Panguna
La respuesta de los dueños de la mina no pudo ser más ofensiva:
literalmente se rieron de ellos en la cara.
Es decir, los responsables de la compañía minera no se conformaron
con actuar con prepotencia, contaminar gravemente la tierra por
generaciones y dejar una cicatriz perpetua en el paisaje de
Bougainville; encima, se atrevieron a burlarse de los habitantes de
la isla en sus mismísimas narices.
Y fue un error grave. La gota que colmó el vaso...
A Francis Ona, que había sido empleado de la propia empresa minera
Bougainville Copper Limited, no le gustó que se rieran de él y de su
gente de esa manera, tras tantas décadas soportando abusos y
atropellos.
Evidentemente, podría haber reaccionado rebajando sus peticiones o
implorando servilmente algún tipo de concesión a los amos de la
mina. Quizás podría haber organizado una festiva manifestación con
pitos y pancartas o incluso podría haber hecho algún tipo de
reclamación por vía legal al estado de Papúa Nueva Guinea, el mismo
estado que se beneficiaba económicamente de la destrucción de su
hogar.
Pero Francis Ona y sus compañeros tomaron una decisión mucho más
directa y audaz:
"si ellos no cierran la mina, la
cerraremos nosotros".
Fue entonces cuando él y sus compañeros
entraron por la fuerza en los almacenes de la mina Panguna y robaron
50 Kg. de explosivos, con los que sabotearon las líneas eléctricas
que alimentaban la mina y los accesos a la explotación, así como
parte de las instalaciones.
Cuando el estado de Papúa Nueva Guinea tuvo noticias de la rebelión
que se producía en Bougainville, mostró su auténtico rostro.
Temeroso de perder la mitad de las exportaciones del país si se
clausuraba la explotación minera de Panguna, el gobierno papuano
decidió reprimir con extrema violencia la revuelta, sin establecer
ningún tipo de negociación ni diálogo con la gente de Francis Ona o
los habitantes de la isla.
Tropas de Papúa Nueva Guinea patrullando en Bougainville
Papúa Nueva Guinea envió a las tropas y quemó casas, golpeó a la
población e incluso mató a varios habitantes de la isla a modo de
escarmiento.
Ese fue el segundo gran error, esta vez perpetrado por el gobierno
de Papúa Nueva Guinea.
Con ello solo consiguieron que la población de Bougainville
simpatizara con Francis Ona y sus seguidores y nació así una
guerrilla, que con el tiempo seria conocida como
BRA (Bougainville
Revolutionary Army o Ejército Revolucionario de Bougainville).
Francis Ona,
en el centro de la
imagen con sombrero marrón,
dirigiendo a los
guerrilleros del BRA
El BRA, liderado por Francis Ona nació con un triple objetivo:
-
Luchar por la cultura propia de
Bougainville
-
Luchar por la tierra y el medio
ambiente de la isla
-
Luchar por la independencia de
la isla, con el fin de que sus habitantes decidieran su
futuro sin tutelas externas de ningún tipo.
Imagen de Francis Ona en un periódico papuano,
bajo el titular de
"El Hombre más perseguido"
Acababa de iniciarse la Revolución de Bougainville, una lucha
tremendamente desigual que llevaría a que un grupo de personas muy
precariamente armadas, se enfrentasen contra un estado que disponía
de un ejército regular equipado y entrenado por la poderosa
Australia, (que pretendía proteger sus intereses comerciales en la
isla) y contra una de las mayores y más poderosas compañías mineras
del planeta, Rio Tinto Zinc, un monstruo con profundas
ramificaciones financieras que la unían con
la mismísima familia Rothschild.
A estas alturas, es posible que muchos de los lectores piensen que
este artículo pretende glorificar las revoluciones violentas, la
lucha armada o la creación de guerrillas para luchar contra los
poderes fácticos.
Pero esta no es la intención del artículo.
Uno puede estar más o menos de acuerdo con los diferentes métodos de
protesta o de rebelión contra los opresores y dejaremos las
opiniones al respecto a criterio de cada uno.
Lo realmente significativo de la Revolución del Coco es la increíble
muestra de dignidad, creatividad, ingenio, convicción y fe en las
propias posibilidades del pueblo de Bougainville.
Hasta el punto de que llegaron a obrar un auténtico milagro.
EL MILAGRO DE
LA REVOLUCIÓN DEL COCO
Puede parecer increíble, pero en sus inicios, los guerrilleros del
BRA no disponían prácticamente de armas.
Tal y como lo decimos.
A diferencia de muchos otros movimientos guerrilleros aparecidos en
otras partes del mundo, no hay constancia de que nadie acudiera en
defensa de los rebeldes de Bougainville, pues no estaban adscritos a
ninguna ideología ni corriente internacional, ni disponían de dinero
ni recursos para comprar armas desde ese remoto rincón del mundo.
Para enfrentarse a la represión del ejército de Papúa Nueva Guinea,
que disponía de fusiles de asalto y helicópteros y disfrutaba del
apoyo directo de Australia, los guerrilleros del BRA tuvieron que
agudizar su ingenio hasta límites que rozan el surrealismo.
Imágenes de un helicóptero papuano
sobrevolando
Bougainville
soldados papuanos
armados en helicóptero
Disponiendo tan solo de las piezas de deshecho abandonadas en la
mina y con las precarias herramientas que tenían a mano, los
guerrilleros de Francis Ona se vieron obligados a construir a mano
sus propias armas.
Una de esas primeras armas consistió en un sucedáneo de fusil, que
mediante un ingenioso resorte y algo parecido a una goma era capaz
de disparar una flecha.
Algo así como un cruce entre tirachinas, ballesta y fusil.
Francis Ona
mostrando en un
documental las primeras armas improvisadas por el BRA
Con esas armas primitivas, pretendían luchar en las espesas selvas
de la isla, con el objetivo de ir derrotando soldados enemigos y
poder arrebatarles sus fusiles de asalto.
Y lo más increíble es que lo consiguieron.
Cañón construido por los guerrilleros del BRA
Con el paso de los meses, los guerrilleros del BRA consiguieron
apoderarse de 2300 armas automáticas, arrebatadas a su enemigo,
hasta conformar una auténtica guerrilla armada.
Ese fue el primer gran milagro conseguido por la gente de
Bougainville.
Pero fue aquí cuando el gobierno de Papúa Nueva Guinea, emprendió
una maniobra extremadamente cruel y sucia, que es precisamente, la
que convierte esta revolución en un fenómeno tan extraordinario.
Ante la fuerte oposición presentada por la población de Bougainville
y tras perder el control de gran parte de la isla, el gobierno
papuano, con el apoyo de Australia, inició un insidioso bloqueo
sobre Bougainville, con el fin de evitar que sus habitantes
recibieran suministros de ningún tipo: ni víveres, ni medicamentos,
ni gasolina para utilizar los vehículos que aún permanecían en la
isla.
Fue un auténtico estado de sitio al más puro estilo medieval.
Un férreo bloqueo que se alargó durante 7 largos años y cuyo fin era
doblegar la moral de la población de Bougainville y tratar de
enfrentar entre sí los diferentes clanes de la isla, hasta conseguir
que se revolvieran contra los guerrilleros del BRA y los
culpabilizaran de su terrible situación de precariedad.
El objetivo era pues, derrotar la rebelión desde dentro a través de
la miseria y el hambre.
Crisis humanitaria en Bougainville
durante el bloqueo de
Papúa Nueva Guinea y Australia
Y lo cierto es que el bloqueo funcionó.
Durante 7 años,
prácticamente no entró ni un solo medicamento, ni un solo alimento,
ni una sola gota de combustible en la isla de Bougainville.
Sin embargo, tras 7 años de asfixia total, la población de
Bougainville seguía luchando, seguía alimentándose, seguía
disponiendo de electricidad y los guerrilleros del BRA se movían a
toda velocidad a lo largo y ancho de la isla, montados en sus
todo-terrenos… sin usar ni una sola gota de gasolina…
¿Cómo obraron tamaño milagro?
Guerrilleros del BRA ante la mina Panguna
CÓMO SUPERARON
EL BLOQUEO
Sin lugar a dudas, ante unas circunstancias tan duras y
desesperadas, muchos de nosotros ya nos habríamos rendido.
Pero la gente de Bougainville, ante la necesidad imperiosa de
encontrar mecanismos de supervivencia, afilaron su ingenio y
realizaron una demostración de inventiva, voluntad, dignidad y
convicción dignas de ser estudiadas.
Y lo consiguieron buscando las soluciones a sus problemas en la
propia tierra, en los recursos ecológicos y en los conocimientos
ancestrales heredados de sus antepasados.
La primera conclusión a la que llegaron los habitantes de la isla
fue que, para sobrevivir, cada familia debía conseguir ser
autosuficiente en lo referente a su sustento.
Cada familia se vio obligada a cultivar su propio huerto, aplicando
un cultivo rotativo de la tierra en el que se aprovechó cada tipo de
cultivo disponible en la isla.
Así fue como cultivaron boniatos, plátanos, mandioca, ñame, caña de
azúcar, papayas, patatas, cebollas, maíz, tomate, etc...
Con esos cultivos, bien organizados, consiguieron superar el primer
problema fundamental en la isla bloqueada:
No pasar hambre y ser
autosuficientes, aprovechando la tierra fértil de la que disponían y
la naturaleza generosa de la isla.
Plantaciones de los revolucionarios de Bougainville
Pero si hay un cultivo esencial en Bougainville que explica el
porqué del triunfo de la voluntad de su gente, ha sido el cultivo
del coco, el gran símbolo de esta asombrosa revolución.
Y es que los habitantes de Bougainville, acuciados por la necesidad,
se vieron obligados a aprovechar cada parte del coco.
Para empezar, aprovecharon los valores alimenticios de la pulpa y de
la leche de coco, ricas en hierro, como alimentos nutritivos y
fortalecedores.
La piel, exprimida y hervida se utilizó para curar heridas y como
repelente de los mosquitos y las hojas de los cocoteros se usaron
para elaborar canastas y utensilios similares.
El aceite de coco se utilizó para hacer funcionar lámparas y para
fabricar jabón.
Jabón natural elaborado con aceite de coco
Incluso lo utilizaron como aceite lubricante para limpiar las armas
de fuego y mantenerlas en perfecto estado.
Pero los habitantes de Bougainville no solo nos podrían dar
lecciones acerca del aprovechamiento de los recursos agrícolas.
También pueden ofrecernos a todos una impresionante lección de
reciclaje y reutilización ingeniosa de los recursos disponibles.
Con los restos de la maquinaria abandonada en la mina y con las
piezas y recambios que allí encontraron, fueron capaces de construir
sus propias casas, creando sus propias cerraduras y llaves
fabricadas por ellos mismos, y lo que aún resulta más sorprendente:
dotarlas de electricidad, a pesar de no disponer de suministro
eléctrico exterior ni de combustible para hacer funcionar los
generadores.
Mediante una admirable demostración de ingenio fueron capaces de
reciclar todo tipo de piezas y motores viejos para construir, nada
más y nada menos, que centrales hidroeléctricas en medio de la
selva, capaces de canalizar el agua desde lo alto de las colinas a
lo largo de viejas tuberías, con el fin de mover precarias turbinas
con las que generar electricidad para iluminar sus chabolas.
Generador hidroeléctrico improvisado,
fabricado con
elementos reciclados
por la población de
Bougainville durante el bloqueo
Lo más sorprendente es que llegaron a construir 50 de estas pequeñas
centrales hidroeléctricas improvisadas, capaces de funcionar las 24
horas en medio de la selva.
Una muestra de ingenio propia del mismísimo McGiver.
Pero lo que sin lugar a dudas sorprende más es su capacidad para
hacer funcionar vehículos motorizados con los que desplazarse por la
isla y combatir cara a cara con el ejército papuano.
¿Cómo es posible que los guerrilleros del BRA, tras 7 años de
bloqueo y sin apenas gasolina procedente del contrabando, fueran
capaces de desplazarse a toda velocidad por la isla montados en
todo-terrenos y furgonetas?
De nuevo, la respuesta a este "milagro" la hallamos en el mayor
aliado de la gente de Bougainville: el coco.
Los habitantes trituran la pulpa del coco, extrayendo su leche, que
luego es fermentada y hervida hasta elaborar el aceite de coco.
Habitante de Bougainville
elaborando aceite de
coco
Con 15 cocos son capaces de obtener un litro de aceite de coco de
"primer grado".
Ese aceite de alta calidad es usado como gasolina para los viejos
vehículos que han conseguido recuperar de la mina, muchos de ellos
potentes todo terrenos.
Guerrilleros del BRA
montados en un
todoterreno impulsado por aceite de coco
A pesar de que deben ser arrancados empujando, el hecho más notable
es que una vez en marcha contaminan mucho menos y consiguen el doble
de kilometraje que el que obtendrían con el uso de gasolina normal.
Es por esa razón que la Revolución de Bougainville ha sido llamada
la Revolución del Coco.
UNA LECCIÓN DE
FE
Pero las asombrosas lecciones que nos ofrece la gente de
Bougainville no se limitan al campo de lo estrictamente material.
También pueden darnos una lección acerca de la fe. De la auténtica
fe.
Los revolucionarios de Bougainville nos han mostrado cómo pueden
aprovecharse todos los recursos físicos disponibles, por precarios
que éstos sean. Pero también nos han mostrado cómo pueden
aprovecharse los recursos psíquicos en propio beneficio y su propia
fe cristiana es un claro ejemplo de ello.
Como todos sabemos, muchas veces, por no decir casi siempre, las
creencias religiosas son utilizadas como pesadas cadenas que
aprisionan la voluntad de los creyentes, sometiéndolos a la
superstición y a la perdida de su propio criterio y libertad
individuales.
Sin embargo, los guerrilleros del BRA, la mayoría de los cuales son
católicos, han sido capaces de canalizar esa fe y utilizarla como un
instrumento que refuerza sus convicciones y su voluntad férrea.
Comandante del BRA, Ishmael Toarama.
Guerrillero y
ferviente creyente
Y es que el primer acto de fe que han tenido, ha sido respecto de sí
mismos y a sus propias posibilidades.
Aferrados a sus creencias, podrían haberse limitado a rezar, a
rogarle a Dios o a esperar la ayuda divina, convirtiendo su creencia
religiosa en una carga inmovilizante.
Pero lejos de ello, decidieron luchar con todo lo que tenían a mano,
utilizando su propia creencia religiosa a modo de escudo psicológico
ante la adversidad.
Incluso en este aspecto, podemos decir que nos han dado una
maravillosa lección de reciclaje y aprovechamiento de los recursos
disponibles.
Toarama en su casa,
repleta de mensajes
religiosos
EL ÚLTIMO ACTO
DE LA FUNCIÓN
Hasta tal punto llegó la fe de la gente de Bougainville que
podríamos decir que consiguieron moldear a su voluntad el devenir de
los acontecimientos, aunque ellos prefieren calificarlo de
"intervención divina y salvadora".
Y es que tras largos años de conflicto, en el año 1997, se produjo
el último acto de esta admirable revolución.
Prácticamente derrotados por los guerrilleros del BRA y emprendiendo
una medida desesperada, el gobierno de Papúa Nueva Guinea decidió
contratar los servicios de mercenarios profesionales con los que
aplastar de una vez por todas la Revolución de Bougainville.
Contrataron, por 36 millones de dólares, los servicios de la
compañía británica
Sandline International, un ejército profesional,
perfectamente entrenado y equipado con el material más moderno.
Una
amenaza casi insuperable para los mal pertrechados guerrilleros del BRA.
Mercenarios de Sandline International
Sin embargo, en un giro "milagroso" de los acontecimientos, fueron
las disensiones dentro del propio ejército y los propios soldados
del ejército de Papúa Nueva Guinea, los mismos enemigos que habían
luchado encarnizadamente durante tantos años contra el BRA, los que
los salvaron de una derrota prácticamente inevitable.
Protestas de los soldados papuanos
contra la
contratación de mercenarios
Indignados al ver que el gobierno papuano destinaba tanto dinero a
la contratación de mercenarios extranjeros, tras años siendo
enviados a morir a las selvas de Bougainville por un sueldo
miserable, el ejército papuano inició una masiva protesta que hizo
tambalear al gobierno y los mercenarios de Sandline International se
vieron obligados a abandonar el país.
Los mercenarios de Sandline International
son expulsados de
Papúa Nueva Guinea
Fue el último acto de una revolución extraordinaria y la última
victoria de la gente de Bougainville sobre los gobiernos de Papúa
Nueva Guinea y Australia.
Ante la imposibilidad de derrotarlos, el gobierno papuano se vio
obligado a acordar un proceso de paz con el Ejército Revolucionario
de Bougainville a principios de 1998, que culminó con la paz
definitiva en el año 2001, así como con el establecimiento de una
amplia autonomía política para la isla de Bougainville y con el
pleno reconocimiento de su derecho de autodeterminación.
Se espera que en los próximos años, se convoque un referéndum en
Bougainville para votar su posible independencia.
Manifestantes portando una bandera de Bougainville
Como podemos ver, al final y contra todo pronostico, la Revolución
del Coco triunfó.
La terrible mina de Panguna fue clausurada y Bougainville tiene
muchas posibilidades de llegar a erigirse como territorio libre en
un futuro cercano.
Pero no nos engañemos ni edulcoremos la realidad: este triunfo fue a
costa de muchísimo dolor y sufrimiento. 15000 habitantes de
Bougainville acabaron muriendo por la terrible represión papuana,
casi un 10% de la población de la isla, muchos de ellos víctimas de
enfermedades como la neumonía, la disentería o la malaria,
imposibles de tratar a causa del férreo bloqueo realizado durante
tantos años por sus enemigos.
Además las disensiones internas entre
los diferentes clanes de la isla, azuzadas por el gobierno papuano y
australiano, provocaron enfrentamientos que estuvieron a punto de
hacer pedazos la revolución.
3 líderes emblemáticos de la Revolución de Bougainville.
Francis Ona,
izquierda;
Ishmael Toarama,
centro y abajo;
Joseph Kabui, derecha
Nunca sabremos qué habría sucedido si los habitantes de la isla no
se hubieran decidido a luchar en defensa de su entorno natural y de
su libertad.
Quizás se habrían ahorrado muchos años de guerra, muerte, dolor y
sufrimiento.
Pero probablemente habría sido a costa de dejar a sus descendientes
una tierra yerma y devastada como herencia.
Ese habría sido el costoso precio que habría comportado a medio y
largo plazo la inacción y la falta de respuesta ante los abusos y la
opresión de los más poderosos.
UNA ULTIMA
LECCIÓN
Francis Ona, el líder de la revolución de Bougainville, fue un
hombre aparentemente sencillo y cercano a su pueblo.
Probablemente hizo cosas de las que nadie puede enorgullecerse y
tomó decisiones que causaron dolor y sufrimiento durante este
terrible y sangriento conflicto.
Francis Ona
Sin embargo, en el documental en el que se ha inspirado este
artículo, nos deja una última lección que nos habla, muy claramente,
de cual debería ser el papel de todo líder político o social:
"Cuando iba a la escuela, recuerdo
que era citado regularmente, como los otros alumnos, para ir a
barrer la oficina del director o para limpiar las instalaciones
del colegio.
Recuerdo que en una ocasión, cuando llegué al colegio, encontré
al director haciendo ese trabajo de limpieza que nos
correspondía a los alumnos. Allí estaba, el director, limpiando
los retretes.
Recuerdo que le dije:
'Usted es el director del
colegio, ¿por qué está limpiando los retretes?'
Su respuesta fue:
'el líder debe bajar a limpiar
la suciedad para su gente'.
Eso me enseñó una lección que me gustaría que aplicaran todos
los líderes del mundo: el líder debe limpiar las botas de su
pueblo".
Así pensaba el líder de la Revolución de
Bougainville.
¿Cuántos líderes políticos conocéis que piensen de forma similar?
Guerrilleros del BRA ante el monstruo
UN EJEMPLO
PARA TODOS
La Revolución del Coco, con todas sus imperfecciones y miserias,
debería ser un motivo de inspiración para todos nosotros.
Una inspiración que nada tiene que ver con la sangrienta lucha
armada ni con la revolución en sí, sino con los valores que emergen
del fondo de toda esta historia.
Valores como,
-
la dignidad de un pueblo
-
sus anhelos de libertad e
independencia
-
el amor y el respeto hacia el entorno natural
-
la fe
en las propias convicciones y posibilidades
-
la capacidad de superación y
sacrificio ante un enemigo mucho más poderoso
Residente de Bougainville
frente a la mina
Panguna
Y estos valores deberían hacernos reflexionar a todos y empujarnos a
hacernos preguntas sobre nuestra actitud…
-
¿Qué estamos haciendo en nuestra
propia tierra?
-
¿Qué estamos tolerando?
-
¿Acaso no tenemos ni dignidad ni
vergüenza?
-
¿Acaso no tenemos valor para
reclamar y luchar, si es necesario, por nuestros derechos?
Es cierto: nosotros no somos la gente de
Bougainville, ni vivimos sus circunstancias.
En nuestro caso disponemos de muchos más recursos y facilidades, de
muchas más comodidades e instrumentos para levantarnos y ser
escuchados. No vivimos encerrados en una isla bloqueada del Pacífico
en la que el único recurso disponible son los cocos.
¡Nos sobran las herramientas y las
posibilidades para cambiarlo todo!
Y sin embargo, no hacemos nada...
-
Apenas reaccionamos ante los
abusos y los atropellos que estamos sufriendo por parte de
los más poderosos.
-
Ante el insulto y la burla,
bajamos la cabeza y nos limitamos a cambiar de canal,
buscando algo que nos reconforte.
-
Actuamos como si en nuestro
mundo no existiera esa mina tóxica que destruye el futuro de
nuestros hijos y descendientes.
-
Actuamos como si en nuestro
mundo no existiera el abuso desalmado de la multinacional
que nos expolia y nos trata como a "pobres indígenas
ignorantes" a los que se puede contentar con un espejito.
-
Actuamos como si en nuestro
mundo no existiera el bloqueo, la conspiración organizada ni
la represión de los más poderosos sobre el pueblo.
Hemos convertido la defensa de nuestros
derechos y del futuro de nuestros hijos en una patética
representación teatral, formada por pancartas de colores, lemas
rimados y festivos toques de silbato; una mera pantomima
representada cada 4 años con la que creemos moldear nuestro futuro,
pero que tan solo está formada por urnas y papeletas repletas de
promesas mentirosas, que al final siempre se transforman en burlas y
escarnios.
Ya va siendo hora de que reaccionemos.
Aunque nos neguemos a creerlo, nosotros también tenemos una "mina
tóxica" que destruye todo lo bello y arruina nuestro futuro.
Y por más que se lo pidamos con buenas palabras y con atinados
razonamientos, los dueños de "la explotación" no piensan cerrarla.
Los habitantes de Bougainville nos han mostrado claramente cuál es
el camino.
La tendremos que cerrar nosotros mismos…