Uno
de los procedimientos más en boga de la terapia Gestalt es la Técnica
de la Silla Vacía. Debido a sus múltiples posibilidades terapéuticas
muchos psicólogos de otras corrientes también la están empleando con sus
pacientes.
Para
no aburriros con un tocho sobre teoría Gestalt os voy a explicar
brevemente las bases de esta escuela, que es conveniente conocer antes
de exponer la técnica de la silla vacía.
La terapia Gestalt fue fundada por Fritz Perls y sus fundamentos teóricos son:
-“El
darse cuenta” como una forma de que la persona perciba todo aquello que
le acontece en el presente (incluido sentimientos, imágenes e ideas).
-Valoración
del aquí y el ahora: En terapia Gestalt se hace especial hincapié en
valorar el momento presente en contra del pasado y el futuro.
-Importancia
de la experiencia: Se pone énfasis en no dar explicación ni interpretar
las experiencias, simplemente se trata de experimentarlas.
-Concepción holística: Prestando especial atención a la indivisibilidad del ser humano (la experiencia humana es un todo).
-Responsabilidad: El ser humano es responsable de su propia vida.
La técnica de la silla vacía.
Esta
técnica es una especie de dramatización en la que un paciente se sienta
en una silla (denominada la silla caliente) y en frente se coloca una
silla vacía. En ésta se pueden ir sentando tanto personas imaginarias
(un padre, alguien que está lejos), como aspectos de la personalidad y
situaciones/acontecimientos.
-Cuando
en la silla vacía se imagina una persona: En este caso se pide al
paciente que describa con todo lujo de detalles el aspecto físico de la
persona imaginada, lo que le da fuerza a la presencia. Posteriormente el
paciente establece un diálogo con la persona imaginada, mientras el
terapeuta lo sigue muy de cerca y reconduce dicho diálogo para que el
paciente no evite ningún asunto. Una vez terminado el diálogo el
terapeuta le pide que coloque a esa persona en un lugar de su cuerpo que
no sea la cabeza, le pregunta por cómo se siente y da por finalizada la
sesión. Es posible que al terminar la sesión el cliente se sienta raro,
extraño o triste, aunque estas sensaciones no se prolongan demasiado.
-Cuando
en la silla se imagina un aspecto de la personalidad: El paciente tiene
la oportunidad de mirarse y examinarse a sí mismo a distancia. Ubicar
físicamente un aspecto de la personalidad en la silla expone ante el
paciente aquello que no se quiere mirar o se teme.
-Si
lo que se imagina es una situación/acontecimiento traumático la silla
actúa a modo de pantalla donde se proyectan todas las imágenes y
sentimientos que provocan en el paciente.
Las
aplicaciones terapéuticas de la silla vacía pueden ser muy variadas,
desde hablar con un ser querido que ha fallecido y con el que se tenía
un asunto inconcluso hasta aspectos de la personalidad que el paciente
no tolera en sí mismo, lo que facilita su integración.
FUENTE: PSYAGORA
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