Estas son algunas de las
cosas que muchos hombres no pueden soportar en una mujer.
El amor y la pasión por más dulce que parezcan, puede llegar a colgar
de un hilo delgado. Sólo bastan ciertos pequeños detalles, de ambos
lados, para que la cosa empiece a tambalearse. Por ahora nos ocuparemos
de algunos
comportamientos femeninos que espantan a muchos hombres, por muy interesantes y bellas que sean las mujeres.
La segunda madre.
Mujer, olvídalo. Es mejor resignarse y conformarse en ser la primera
amante, amada y adorada, pero jamás llegarás a ser una segunda o
“ultima” madre para él. No se molesten en tratar de tomar el lugar de la
madre. El complejo de Edipo si existe, pero es mejor esperar a que
toque el turno de cambiar pañales y soportar llantos en la madrugada.
Madre sólo hay una.
La intensa.
Esta es la típica versión pegajosa, la “mujer chicle”, que llama cada
hora para preguntar idioteces, quiere saber todos los movimientos y
quiere, a toda costa, estar con él todo el tiempo. Es tan aburrida que
no falta en el departamento del hombre todos los sábados, domingos y
días festivos, para tomar desayuno juntos y luego también ver la
telenovela juntos. Además, es almibarada, quiere dormir abrazada las
ocho horas (pobre brazo), quiere caricias todo el tiempo, habla como
bebé y espera “besitos” cada cinco minutos. Arghhh…
La Maestra.
No hay nada peor que una mujer con los labios sueltos, que decide
reclamar a cada hora en tono agudo, alto y contralto, en el carro, en la
mesa, en la calle, en la cola del cine, por teléfono e incluso en el
baño. Dejen los sermones para la mamá.
La espía.
Si hay algo que irrita a muchos hombres es tener a alguien hurgando
en su vida. Con tacto y con el tiempo necesario el hombre termina por
contar todo sin estrés, y a veces hasta habla cosas que no debe. Pero la
curiosidad acabará matando al gato que insiste en buscar pistas del
pasado y secretos en el clóset, móvil y billetera mientras él se baña.
Sólo terminará haciéndose daño y acumulando ira al encontrar fotos de ex
novias y quién sabe en qué situaciones.
La rival.
Damas, entre un hombre y su mejor amiga hay más fidelidad que con su
amigo del alma. Los celos por esa amiga solo atraen rivalidades e
incluso se convierten en objetos de burla. Tampoco es necesario tratarla
con besos y prestarle las tangas, pero se tiene que vivir con el hecho
de que esa mujer goza de fraternales derechos adquiridos.
La desesperada.
Nada más evidente que el deseo de conseguir un novio y, peor aún,
casarse. Esto requiere movimientos de inteligencia y astucia, pero para
estas chicas todo se reduce a aparecer en una reunión con los padres
para reunirse con él, hablar de la boda, luna de miel y llorar cuando
ven a un bebé. Tenga en cuenta que el hombre de hoy, cuando quiere, es
el primero en recordarle que está viviendo una relación seria.
La avara.
La caballerosidad es una cualidad que todos amamos, pero no exageren.
Así como reclaman por sus derechos, no se hagan las princesas para no
meter la mano en el bolsillo. Una de las buenas cosas traídas por la
igualdad de género es exactamente la “igualdad”.
El síndrome de Excel.
Algo que prende los motores de un hombre son las mujeres que planean
todo en una tabla de Excel. Olvídate de crear dietas, rutinas fitness,
sesión de spa o visitar a mamá, y las reuniones de ex alumnos… de
ella. Hay algunas que incluso programan las actividades más simples de
su vida y sienten que su agenda está muy vacía.
La extrovertida.
También conocida como sonajera, habla mucho, es querida por todos, un
abrazo, un beso y cuando beben se transforman. De alma de la fiesta
pueden pasar a la pesadilla, y cada vez que salen se aseguran de llamar
la atención para hacer un verdadero espectáculo en frente de todos.
Lógico que luego se arrepienten y vuelven al día siguiente a ser lo más
amable que conocemos.
La anti-social.
Esta mujer tiene dos características: cuando están juntos es un sueño
de persona: se ríe, cuenta chistes, se tira pedos, muestra un estado de
ánimo increíble, pero cuando su novio llega a un acontecimiento social
nunca se integra, se la pasa pegada al celular y no habla ni una
palabra. De vez en cuando murmura algo para asegurarse de que sus amigos
no pongan en duda su inteligencia.
La amiguera.
No hay lugar al que va, con su no vio o sin él, al que no lleve una
hermana, prima o amiga, que en general le coquetea al novio cuando la
susodicha no está prestando atención. La conversación gira en torno a
una serie de estupideces que ellas consideran importantes y en las
cuales la opinión del novio no importa. Para completar, estas agradables
personas nunca tienen un centavo, y adivinen quien termina pagando la
cuenta.
La celosa.
Es cierto que la cultura machista torna a algunas mujeres bastante
inseguras, pero cuando la sospecha pasa a tener curvas estas mujeres
sospechan hasta del chocolate Abuelita, una cosa fea.
Las descuidadas.
La moda, en general, es una mierda que pasa desapercibida para la
mayoría de los hombres, pero no por eso el sujeto dejara de sufrir por
la chica que insiste en usar un par de chanclas viejas, una camiseta de
campaña electoral y unos pants tan aguados como calzones de cholos,
parece que sufrieran el síndrome del Neandertal con pelos el lugares
donde no deberían existir.
Las vanidosas.
Estas chicas son el otro extremo de la anterior: están siempre bien
vestidas, incluso a las 3 am. Huele a jabón y pasta de dientes, con una
sonrisa digna de publicidad. Van al gimnasio todos los días durante tres
horas, tienen un cuerpo de ensueño, pero se la viven quejándose de como
se ven. Prestan más atención a la belleza estética de la relación. En
general, tienen la costumbre de ir al baño a pesarse cada vez que comen
algo.
Las decoradoras.
Algunas presumen ser decoradoras y dos semanas después de conocer al
hombre quieren cambiarle todo el apartamento. Cree que la casa de los
suegros es triste y da consejos sobre lo que debe hacerse para
mejorarla. Sueñan con un fregadero limpio y exige a su enamorado que
solo utilice prendas de marca. Si dejamos a una mujer como esta en casa
por la mañana, por la tarde, al regresar del trabajo, ninguna cosa
estará en su lugar original.
Las intelectuales.
Si el amor busca inteligencia, nada mejor que una mujer intelectual
que analiza hasta el polvo encima de la televisión. Pero la cosa no
acaba ahí, también se ocupa de criticar incluso su colección de revistas
de mujeres desnudas.
La angustiada.
Mujeres, entiendan de una vez por todas que es aburrido, a los
hombres no les gusta discutir sobre el amor, relación matrimonial o por
los conflictos durante tres, cuatro, cinco horas o todo un sábado.
Recuerden que el hombre, aunque ame como un loco, es más práctico y
nunca lo dice cara a cara, reflexiona y jura amor eterno. Ese abrazo al
final de una discusión bizantina no es de satisfacción, es puro teatro.
La muchos huevos.
Si quieres perder a tú novio en menos de tres días, dile que no sabes
y que no te importa aprender a cocinar, ni tener hijos y que deseas
realizarte profesionalmente primero. Ningún hombre actual quiere a un
ama pasada de moda, esas descuidadas que a duras penas abren la nevera y
meten los zapatos a la lavadora corren un serio riesgo de no disfrutar
las mieles del hogar. Y no se trata de machismo sino de igualdad, ya
que la mayoría de los hombres encontramos, inclusive, placer en realizar
esas actividades.
La auto-suficiente.
Es verdad, las mujeres pueden hacer de todo sin mirar, e incluso
mejor que el hombre. Pero ese orgullo, esa actitud de sabelotodo es algo
que no precisa nadie y para el género masculino, no solo los sorprende,
sino que lo enerva. Está bien, son exitosas, pero repiten y recalcan
tanto que sólo necesitan nuestro semen para un hijo, que olvidan a quien
llaman cuando van al mecánico.
Las Santitas.
En esta categoría vienen las moralistas hipócritas que pretenden
virginidad. Niñas, eso de apagar la luz, hacer cara de asco y hacerse
las santas después de cierto tiempo no es convincente ni agradable, de
verdad no lo es.